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Archivos mensuales: noviembre 2013

La revolución femenina

29 Viernes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Cultura y sociedad, Derechos humanos, Historia Contemporánea, Noticias de Historia

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Como es bien sabido, la situación de la mujer en muchos países, por no decir, en demasiados, del mundo es sumamente precaria. Viven subordinadas al hombre, ya sea al padre, al hermano o al esposo, no son libres de decidir y actuar como quisieran, nada tienen a su nombre; viven bajo la voluntad opresiva de una sociedad que les exige una moralidad inquebrantable, pudiéndolas maltratar si así lo dispone, y el único contacto que pueden tener con el género masculino es con algún miembro de su familia. El contraste es mucho más llamativo en algunas sociedades ricas en donde pueden estudiar, disfrutar de una buena posición social y medios pero se topan con la intransigencia e intolerancia masculinas, como es el caso de Arabia Saudí, aunque también eso desvele las contradicciones de una sociedad no democrática ni justa. Sin embargo, hay modos muy eficaces, o, al menos, muy simbólicos que nos permiten denunciar las injusticias de la manera más original y brillante posible, revelando con ello el miedo y la debilidad de quien impone unas reglas absurdas o totalitarias.

El caso de las mujeres saudíes se ha convertido en un paradigma para el resto de féminas del mundo árabe más arcaico. Tienen a su disposición los medios y la educación adecuada pero les falta libertad para ejercer unos mínimos derechos como el poder conducir… nada aparentemente tan inocuo y, a la vez, tan trascendental si consiguen alcanzar su objetivo. Pero esta revolución automovilística ha sido contestada por las autoridades buscando el modo de impedirla por la alarma que ello ha desencadenado entre los sectores más intransigentes.

Un líder religioso aducía que conducir provoca que las mujeres pierdan su virginidad y ello, por supuesto, solo trae el oprobio, lo que muestra que han dado en la diana. Ha generado miedo ¿Qué aspecto negativo puede tener que una mujer lleve su propio automóvil? A decir verdad, mucho, porque comportaría que una mujer podría tomar decisiones y fijar su propio rumbo con un criterio propio. Y, ¿si después de eso, pide más…?

A nivel cotidiano, esta rebeldía busca únicamente no tener que depender, para salir de casa, de los miembros masculinos de su familia o de tener que contratar a un conductor privado, para ir y venir, cuando disponen de medios para hacerlo por su cuenta. Pero, ¿qué sucede cuando hay un percance e impide que estos las puedan acercar a donde necesitan ir con urgencia? Para el ultraconservador Gobierno saudí la decisión de Mai al Sauiyan de grabar un vídeo y colgarlo en Youtube conduciendo por Riad, es un desafío a la tradición y quiere acallar este desacato femenino. Es curioso pensar como la Historia humana está llena de pequeños gestos o actos simbólicos que rebelan una gran injusticia y advierten de la arbitrariedad del poder o de la intransigencia religiosa presente. Porque el sutil desafío de esta saudí conlleva que por primera vez, las mujeres están reclamando un espacio público donde integrarse con plena normalidad como iguales. Todavía eso no alcanzaría a legalizar su igualdad jurídica frente al hombre pero sí comportaría dar un paso en esta dirección.

¿Qué otras rupturas de la tradición podría acarrear permitir tamaño desacato? Para la sociedad occidental
resulta chocante y sorprendente. No es para menos porque no son unas sociedades pobres y atrasadas, sino ricas, en donde la mujer no ha podido nunca refrendar su identidad, a pesar de que disponga de medios sobrados para ello (no como en otros lugares en donde vive esclava de la pobreza que le rodea, sin formarse ni estudiar).

La religión ha tenido mucho que ver con eso. No es algo que, en ese sentido, se nos escape porque en los países occidentales la liberación completa de la mujer no llegó hasta la mitad del siglo XX. Y, aún con todo, eso no significa que se haya logrado por entero. Estas son conquistas sociales que no terminan con la aprobación de una ley que traiga consigo que las mujeres tengan plenos derechos sino que, como comprobamos con el racismo, son prejuicios y actitudes que hemos de educar permanentemente para que el respeto y la dignidad no se vean amenazados. Y, aún así, se siguen produciendo asesinatos de mujeres a manos de sus exparejas o actos discriminatorios contra inmigrantes solo por su tono de piel.

Pero en Arabia Saudí, como en otros lugares, el atavismo a la tradición es muy rígido, como el mostrar emociones en público, un beso, es un delito grave. Las autoridades saudíes ya han mostrado su frontal rechazo a esta movilización femenina a favor de dejarlas conducir, advirtiendo que está prohibido todo aquello que “altere la estabilidad social”. O, lo que es lo mismo, todo aquello que suponga un quebranto de la moral. Tan importante como la primera vez que una mujer salió a la calle con pantalones o cuando se le concedió el derecho a voto (aunque esto sean palabras mayores para este contexto) no hay duda de que si estuviese en nuestras manos apoyaríamos sin dudarlo a estas mujeres que están únicamente expresando que no son seres sin alma sino personas, que tienen inteligencia (sobrada, por otra parte) y que esta limitación de no conducir un vehículo es reveladora de una sociedad que vive en el siglo XXI con una mentalidad del siglo XVI. Pero hay que reconocer que la rebelión ha ido directa al corazón de una sociedad que se ha visto amenazada con muy poco. Ha provocado una reacción rauda y contundente del Gobierno para frenar esta protesta. Por eso, confiemos en que una vez que se ponga en marcha sea imparable, porque sería una primera señal de partida para observar como, en el mundo árabe, la mujer comienza a conquistar su propio lugar y lo que seguidamente, también, sería igual de relevante, daría entrada a que el Islam se convirtiera en una religión del nuevo milenio tolerante, plural y abierta, capaz de enfrentarse contra el integrismo de forma eficaz para construir una cultura interreligiosa conciliadora y respetuosa.

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Ginebra y la paz siria

26 Martes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Derechos humanos, Historia Contemporánea, Noticias de Historia

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Aunque la guerra civil siria ha entrado en esta cotidianidad rutinaria (a pesar de su vorágine) su espiral de violencia y de horrores no cesa. Las consecuencias a la larga de lo que ha sido el producto de la dejación internacional, la geopolítica y la propia inmadurez de una sociedad como la siria van a ser difíciles de calibrar, igual que está ocurriendo en otros países afectados por la primavera árabe. El diagnóstico es a corto y medio plazo poco halagüeño. Estas sociedades emergentes se han visto desestructuradas porque la autocracia les dio durante muchos años una falsa perspectiva de estabilidad. Sin embargo, les ha faltado una mayor integración social que solo puede darse desde unas instituciones plenamente democráticas y reconocidas, cosa que no ha existido. Hay países como Libia que cuentan con suficientes recursos petrolíferos para poder recuperar rápidamente ciertos niveles de prosperidad, pero eso sería posible si hubiese un poder político capaz de garantizar ese proceso de transformación de la sociedad. Y las milicias armadas lo están complicando todo porque su única lealtad es hacia ellas mismas. Pero volvamos a Siria. Tras haber hecho lo imposible por cerrar todas las instalaciones químicas en el plazo previsto, el régimen de El Asad ha podido conjurar la más peligrosa de sus amenazas: una intervención internacional.

Ahora, en esta lucha a muerte queda aclarar cuáles son los comodines que cada uno de los contendientes guarda para conseguir dar solución al horror que los sirios están padeciendo (las cifras lo dicen todo, dos millones de refugiados y otros cuatro de desplazados). La guerra ha ido cambiando a los actores protagonistas. Por un lado, se halla el régimen que no ha mostrado signos de debilidad internos, a pesar de los atentados suicidas que afectaron a una parte de su cúpula militar y a la presión internacional. El apoyo que está recibiendo de Rusia e Irán es clave para entender una parte de esta situación, además de una población que está hastiada de la cruenta lucha y los padecimientos que están soportando. Prefieren lo malo conocido. El Asad ha recuperado parte de la iniciativa pero, aún así, no es capaz de acallar ni acabar con la rebelión. El problema, en cambio, es que, en el otro lado, la Coalición Nacional Siria, que al principio parecía conducir al país hacia un marco propicio para aglutinar a todas las fuerzas políticas opositoras del país en una causa común, se ha ido debilitando. Se fue produciendo un reconocimiento por parte de varios organismos internacionales de su legitimidad, entre ellos, la Unión Europea o la Liga Árabe, pero eso no ha sido suficiente.

El conflicto continuado ha acabado por estar al servicio del radicalismo y la Coalición se ha visto cada vez más debilitada frente a los grupos yihadistas, con amplia participación extranjera, que han aprovechado para infiltrarse y convertirse en los adalides de esta contienda en nombre del Islam más intransigente. El tiempo ha jugado en contra de la Coalición y su proyecto moderado de constituir una sociedad democrática musulmana. Por ello, aunque se negaban a aceptar como interlocutor válido a El Asad, han transigido. Y la conferencia de paz que se ha convocado en Ginebra, auspiciada por Rusia y Estados Unidos, que ya se apuntaron un tanto con el desarme químico, permitirá la incorporación de una delegación del régimen. Nadie quiere que se produzca un derrumbe y el país se convierta en otro erial trágico como Irak. Si bien, la oposición ha exigido como condición para la conferencia que El Asad no tenga ningún papel en el proceso de transición. Claro que el gran problema sigue siendo la importante fuerza que existe sobre el terreno de yihadistas que están fuera del control de la Coalición.

Ahí hay una cuestión muy caliente de difícil resolución. Estados Unidos, de momento, a pesar de sus promesas no se ha decidido a entregar armamento pesado a los rebeldes por el temor a que pueda caer en manos equivocadas.

De ser así, y de complicarse el panorama, y tener que proceder a que se manden fuerzas occidentales sobre el terreno, nadie quiere que sus aviones o tanques sean derribados o destruidos por sus armas. Ahora queda saber hasta qué punto la unidad de la Coalición es capaz de conformar una alternativa seria al régimen, ya que abrir un proceso de paz vendrá dado por una serie de compromisos que deben ser suscritos y auspiciados convincentemente por la confianza que ofrezca el régimen a ser cumplidos, y su actitud sibilina ha sido la que ha causado esta terrible situación. Pero, además, se ha introducido otro factor de riesgo como es que entre las dos partes enfrentadas se coloca el yihadismo cuya única lealtad es al terror.

De alcanzarse un acuerdo entre el régimen y la Coalición para proceder a un alto el fuego, el abrir o facilitar vías humanitarias para atender a la población civil y ordenar que los ejércitos vuelvan a los cuarteles, para, ya en último caso, convocar unas elecciones libres, nadie sabe qué harán estos grupos que han jurado lealtad a Al-Qaida. Si tienen algo muy claro, aparte de su firme creencia en la sharia, es que odian a Occidente y sus valores democráticos. Y solo a partir de una vigilancia atenta y una adecuada colaboración de Rusia y Estados Unidos se puede lograr salir de este atolladero y la ONU es el único organismo con la suficiente autoridad para facilitar este escenario. Hay visos de cierto optimismo por el simple hecho de que, tras dos años y medio de guerra, lo único cierto es que hay un cierto agotamiento por ambas partes y que de esta debilidad está emergiendo una fuerza a la que tanto rebeldes como el régimen teme más, como es el integrismo. Ahora queda aguardar a que la vía diplomática y pacífica sea por la que opten ambas partes. Que El Asad entre en razón y que, por fin, los millones de sirios que se han visto desplazados y su futuro truncado puedan retornar y reemprender una vida en paz y prosperidad, lo que todo gobierno legítimo debe salvaguardar siempre.

La mujer sumisa

19 Martes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Cultura y sociedad, Derechos humanos

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No es que me guste criticar un libro sin haberlo leído, ni por supuesto, es mi intención hacerlo, pero su título no deja muchas dudas sobre su contenido y, por ello, merece unas líneas claras y rotundas de denuncia. A pesar de la nueva cara que ofrece el Papa Francisco de una Iglesia que aspira a renovarse mirando de frente este siglo XXI, su magisterio religioso no ha hecho más que comenzar. Cambiar las inercias y hermetismos de una institución con 2.000 años de Historia es una tarea ingrata y compleja. Necesita no solo transformar las costumbres sino las mentalidades y sabemos que ese proceso es muy lento y dificultoso. Pues bien, en estos tiempos de crisis, descargar,. sin razón, las culpas de nuestra situación sobre los inmigrantes, los judíos o los que son diferentes a nosotros, se ha convertido en la equívoca actitud de una sociedad que se encuentra a sí misma a través de sus prejuicios.

No hay nada como sacar a relucir nuestros instintos más primarios para acelerar ese proceso de descomposición social, en el que se deja de racionalizar el sentido de la realidad, como si estos grupos antes señalados no sufrieran tanto o más que nosotros, para dejarse arrastrar por el miedo. Así, es fácil que reverberen con fuerza los movimientos de ultraderecha en Europa. Por suerte para España, es en lo único en que no estamos en el vagón de cola de Europa, y en eso habría que darle un aplauso a la escuela, pues la tolerancia y el respeto son valores tan fundamentales o más para desarrollar la personalidad de nuestros alumnos. Ahora bien, ciertos sectores eclesiásticos, igualmente influidos por la coyuntura, se han prestado a volver sobre sus pasos. El tradicionalismo como fuente de equilibrio social. Para la Iglesia, si algo huele a podrido en este país no es la actitud retrógrada de la cultura religiosa sino, precisamente, la posmodernidad que parece ser la causa de todos los males, como la homosexualidad o la unión entre personas del mismo sexo, que atentan, sin saber por qué, contra el humus social. Pero tampoco en estos reproches se ha librado la crítica a la liberación de la mujer que ofende y asusta por igual a los sectores conservadores. Si hay otro mal que nos aqueja y que está destruyendo el parqué nacional es la actitud desafiante e independiente de la mujer… Por ello, el Arzobispado de Granada ha editado un libro con el ilustrativo título de Cásate y sé sumisa, de la periodista italiana Constanza Mariano, que fue publicado ya en Italia con un notorio éxito de ventas. El hecho de que la autora sea una mujer no es óbice para afirmar que sostiene una concepción machista de la sociedad cristiana.

Según la editorial la obra enseña a la “obediencia leal y generosa sumisión”. En este sentido, queda claro cuál es la intención de la Iglesia. Entiende que la mujer, pilar esencial de la familia destinada a la procreación, ha de subordinarse al hombre. No importa que nos encontremos en un marco histórico en el que la mujer ha adquirido no solo su entidad jurídica propia como ciudadana sino un reconocimiento de su yo individual, o ya, en el otro extremo, que sepamos cual es su (desgraciada) suerte en muchos países islámicos. Pero, hay más, esta publicación no solo es insultante para la mujer sino también para el hombre y expresa que el género masculino es incapaz de alcanzar su madurez como persona. ¿Acaso no sabe sostener una relación entre iguales en el marco del matrimonio? ¿no es capaz de establecer su autoridad, como lo hace una mujer, en el seno de la familia si no es otorgándole una privilegiada posición? En la obra se indica que la mujer ha de ser una madre abnegada y sumisa para evitar conflictos y al hombre, en esa misma línea, se le sitúa en un plano de incompetencia emocional, que necesita que recuerden a la mujer que, le guste o no, el marido es quien manda.

Pero, ¿qué consecuencias negativas trae consigo que un hombre no sea capaz de desarrollar su inteligencia emocional? Pues que precipita la relación hacia su autodestrucción, llegando a esa lacra social de creer que debe (no es así) matar por amor. El hecho de que se dé luz verde a la publicación de esta obra y que pueda tener, incluso, su repercusión, nos ha de hacer pensar en la clase de personas en que el catolicismo quiere que nos convirtamos. Un libro no va a detener este paulatino proceso, aunque lleno de resistencias sociales, en el que tanto la mujer como el hombre van adquiriendo una nueva conciencia de sí mismos, de igualdad y respeto, pero sí nos revela que hay quien todavía pretende horadar ese suelo mediante la incultura. Porque no todos los libros encarnan un mensaje activo para desarrollar la inteligencia y la cultura de un país, al revés, pueden servir para lo contrario, para cortarnos las alas, para estigmatizar a las personas y mantener la ignorancia sobre las emociones humanas…. ¿de qué sirve a una relación que una mujer se someta al hombre en una especie de sumisión inteligente? De nada (solo la violencia contra las mujeres). Llevará a que rápidamente fracase, porque la fluida comunicación en una pareja en esencial para su viabilidad.

La mujer no puede guardar sobre sí toda la frustración y desencanto que se acumula en la convivencia diaria, porque la luz del amor se iría apagando hasta convertirse en un mar gélido. Sabemos que el lenguaje puede hacer que la figura más fea y patética del mundo se llene de profundidad y misterio; sabemos que la idea más peregrina puede hacer saltar por los aires la realidad; también, sabemos que unos buenos valores nos hacen felices….

En otras palabras, esta publicación va en contra de los fundamentos de la dignidad de la mujer, del amor cristiano, de la confianza que tiene la sociedad en sí misma, pretendiendo distinguir a hombres y mujeres como si fuesen dos extraños obligados a no entenderse jamás, y a hacer del hombre un inválido, incapaz de amar en igualdad de condiciones. Sin embargo, la mujer ha demostrado que es, sin duda, el otro motor para que la Historia avance.

 

La noche de los cristales rotos

18 Lunes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Derechos humanos, Historia Contemporánea, Memoria histórica, Noticias de Historia

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nazismo

Aunque podamos estar, a veces, hartos de recordatorios del pasado, del modo en el que la memoria se reivindica una y otra vez sobre el presente, y esa saturación puede traer consigo un cierto hartazgo, en la actualidad, más que nunca, la Historia no puede dejar de conmovernos ni de valorar la señal de advertencia que pende sobre nosotros, a tenor del auge que está teniendo la ultraderecha en toda Europa y de los sentimientos xenófobos y antisemitas. A veces, la memoria tiene el particular reduccionismo de creer que es algo que no podrá repetirse y, sin embargo, aunque los hechos tal cual sucedieron no se reproducen igual, claro que eso no es óbice para comprender su terrible naturaleza porque esta sí puede reavivarse como una llama incendiaria de nuevo. El 9 de noviembre de 1938 culminaba un proceso en el interior de Alemania en el que se plasmaban las consecuencias tan negativas que había traído consigo el odio exacerbado hacia los judíos alemanes.

Las racistas leyes de Nuremberg de 1935, la exclusión de la vida económica y pública de los judíos, la propaganda del régimen contra ellos y los comunistas, inculpándoles falsamente de los males del país, el totalitarismo convertido en una fe mística que derivó en la exaltación de la nación y el fanatismo, trajeron consigo el arranque de lo que iba a ser la política continental del nazismo contra el pueblo judío: la persecución, los asesinatos en masa y, lo más paradójico de todo, culpabilizarles de tamaño horror. Claro que las evidencias de las intolerancias del régimen no pasaron inadvertidas para la población. Se encubrieron con la premisa de que en eso consistía el depurar la sociedad, el encontrar su pureza racial y, por lo tanto, su verdadero ser. Ello trajo consigo el ostracismo, el rechazo, la encarcelación y exclusión de miles de ciudadanos que, ya fuera por sus creencias políticas y su ascendencia racial, o por sus valores, actitudes sociales y sensibilidades, en general, se convirtieron en los enemigos del Estado nazi.

En este marco, sintetizaba simbólicamente la canciller Ángela Merkel, la Kristallnacht se convirtió en “la noche más oscura de la historia alemana” y, por ende, europea. Porque el pasado de Alemania no le pertenece en exclusiva ante los acontecimientos posteriores que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial. El nazismo y sus secuelas son un legado que hay que mantener en la vieja Europa no como un producto meramente alemán, aunque fue donde se dio de forma más exaltada, sino como una cuestión moral propia que, todavía hoy, nos compromete. El tiempo cierra las heridas pero no ignora las evidencias de que el fantasma del fascismo puede volver a encarnarse en otras formas bajo el paraguas de una Europa víctima de la intolerancia y encerrada sobre sí misma.

Los hechos fueron los siguientes. La Kristallnacht fue promovida como reacción ante el asesinato, el 7 de noviembre de 1938, de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París por un joven judío, Herschel Grynszpan, como protesta por la expulsión de los judíos de origen polaco (17.000) del país; entre estos se encontraba su propia familia. Tras pasar por la indiferencia y el oprobio, aquellos judíos que no  fueron aceptados (la mayoría) por las autoridades polacas, acabaron internados en campos de concentración en Alemania. Ante el suceso, y tras confirmase la muerte de Rath, la reacción de las autoridades nazis no se hizo esperar, pues aguardaban una excusa oportuna para proceder a llevar un progrom contra los judíos. La prensa, controlada por el Estado nazi, se volcó en una campaña antisemita sin paliativos. La historiografía apunta a que la organización de esta campaña fue gestada por Goebbels (Friedländer y Hilberg), a la sazón, ministro de Propaganda, con la bendición de Hitler. Pero los hechos se le escaparon de las manos ante las consecuencias tan negativas que ello trajo consigo para la economía alemana y el disgusto de Hitler, que vio, al principio, como eso podía ralentizar sus planes bélicos. En esa fatídica noche las cristaleras de miles de comercios judíos, unos 7.000 en Alemania y Austria, fueron destruidas, a su vez, se quemaron más de un millar de sinagogas y en esta violencia gratuita desatada, los escuadrones de las SA, acompañados por otras organizaciones del régimen, policía y SS, acabaron con la vida, aproximadamente, de casi un centenar de judíos. Otros miles fueron conducidos, por seguridad, a campos de concentración. Como las aseguradoras alemanes debían hacerse cargo de la inmensa destrucción material llevada a cabo por las organizaciones del régimen, a la comunidad judía se la multó con 1.000 millones de marcos, culpándola de lo sucedido, cubriendo así el costo de esta acción de irracionalidad derivada del odio y el desvarío.

La reacción internacional fue muy crítica con los hechos aunque no actuó en consecuencia. En España, sin ir más lejos, inmersa en plena Guerra Civil, la Segunda República reprobó este suceso, mientras que la franquista los bendijo. Pero eso no cambió, en modo alguno, la suerte de la contienda. Incluso, a pesar de esta presunta sensibilización internacional, las autoridades americanas, en mayo de 1939, rechazaron a los judíos alemanes exiliados embarcados en el buque Saint Louis (su destino era Cuba, fueron aceptados solo una treintena), porque se había cumplido el cupo de admisión de inmigrantes judíos. Finalmente, el casi millar de huidos, desesperados, regresaron a Europa recalando en distintos países. Solo 240 de ellos sobrevivieron, finalmente,  al Holocausto. En suma, el Kristallnacht es el símbolo de la brutalidad no solo del fascismo sino de la aquiescencia de una sociedad que no fue capaz de horrorizarse plenamente y de posibilitar cambiar las cosas. Además mostró la incapacidad internacional de valorar los riesgos y peligros que comportaba un régimen de tal naturaleza que perseguía de esta manera a sus propios conciudadanos. Tales lecciones no se aprenden fácilmente, Europa vive aún bajo la sombra de unos movimientos radicales endémicos que vuelven a poner en duda la dignidad humana. Aunque a estas alturas Alemania no se enfrenta sola a esta historia. Y, por eso, Europa, hoy, ha de activar su conciencia.

Película: Un cerdo en Gaza (2011)

17 Domingo Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Historia Contemporánea, Películas

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Conflicto israelí-palestino

De vez en cuando se cuelan en la cartelera algunos filmes llenos de interés porque su sencillez revela idiosincrasias, miserias, temores o contradicciones que nos ayudan a observar la realidad. En concreto, el conflicto palestino-israelí sigue nutriendo el séptimo arte de originales propuestas, como es el caso, que bucean en la conciencia. Un cerdo en Gaza (2011), del director francés, Sylvain Estibal, entra dentro de esta categoría de cine social con mensaje humanista. La historia no puede ser más rocambolesca pero, a la vez, edificante y cargada de humor negro. ¿Qué sucedería si un palestino se encontrase un cerdo en el mar de Gaza? El planteamiento inicial es clave, con toque de humor y aspectos políticos subyacentes.

Es bien sabido que los palestinos no pueden comer cerdo, lo consideran un animal impuro, símbolo máximo de aquellos que son inmorales a los ojos de otros musulmanes, y para los judíos sucede algo muy parecido. Y, sin embargo, el protagonista, Jaafar, (Sasson Gabai, israelí nacido en Irak), un pobre pescador, encuentra en el cerdo su tabla de salvación en mitad de la penuria. Los primeros compases del filme son costumbristas, los típicos de una comedia italiana, en un contexto tan especial como este, en el que Jaafar se las ve y se las desea para salir adelante. La prohibición de las autoridades israelíes de no faenar a más de 7 millas de la costa lleva a que apenas pesque nada. Se viene con las manos vacías o con unos míseros pescaditos que nadie quiere comprar. Vive con su mujer en un inmueble desvencijado y sin comodidades, la pared de su habitación es una cortina, y en lo más alto se ha instalado un puesto de vigilancia israelí, para controlar el tránsito de una carretera sin asfaltar. Sin embargo, todo cambia cuando una mañana de su red cae un cerdo negro vietnamita. En ese momento, el cine social parece dar un pequeño giro hacia la comedia ligera. Jaafar no puede decir a nadie que tiene un cerdo pero tampoco sabe qué hacer con él. Es un sacrilegio tocarlo. Le confiesa a un amigo peluquero su problema y el otro le conmina a matarlo. Pero no puede. Así que lo único que se le ocurre es venderlo a los israelíes porque le han dicho que algunos judíos rusos los crían y se acerca a una colonia cercana para desembarazase de él. Pero los enredos que van poco a poco envolviendo al pobre Jaafar, que tiene que luchar contra la repugnancia que le da el animal, las arengas fanáticas de un orador musulmán que maldice a Israel y la necesidad -debe dinero a un tendero con riesgo de cárcel-, le llevan a aguzar el ingenio.

Por supuesto, cuando ya parece que va a desembarazarse de él, la mujer de la colonia judía, inmigrante rusa, con la que contacta desde el otro lado de la alambrada, solo quiere el semen del animal para preñar a sus hembras. Eso supone que tiene que tocar al animal y forzarle a que eyacule. Y no tiene otro remedio que ingeniárselas para llevar a cabo la empresa. Claro que las desventuras del hombre no acaban ahí, ya que las hembras no se quedan preñadas y, entonces, ha de llevarle el animal a la mujer. Es muy significativo el momento en el que va a desembarcarlo de una especie de carro que ha improvisado con una antigua lavadora, y la joven judía le dice que envuelva sus pezuñas con unos trapos porque al ser un animal impuro no puede tocar la tierra de Israel. Eso le indigna a Jaafar que, entonces, le pide los trapos para ponérselos antes, para que tampoco pise la sagrada tierra palestina.

Así la evolución de la historia, al principio, sencilla y hasta anodina, va adquiriendo más sustancia hasta alcanzar un clímax propio del hilarante y sardónico cine de Kusturika. Jaafar se entera de que los cerdos los utiliza la mujer para detectar bombas, lo cual provoca el terrible enfado de aquel, que ingenuamente solo había visto un modo de huir de la pobreza y regalarle a su mujer cosas bonitas. Pues esto puede ser considerado traición, al colaborar con el enemigo israelí. Al descubrirlo un grupo paramilitar liderado por un prohombre palestino, le secuestra para matarlo. En esa vuelta de tuerca, el pobre Jaafar miente de nuevo, salva su vida afirmando que lo que pretendía era utilizar al cerdo como bomba a favor de la causa árabe. Así que es reclutado  a la fuerza para convertirse en un mártir (lo que nos recuerda al filme Paradise now, que también es una lección crítica contra el integrismo).

El actor Sasson Gabai está sumamente convincente, un acierto a la hora de incidir en el tono irónico, amargo y patético de un ser que solo ha buscado desde el principio subsistir en la adversidad. Al ser su último día en la tierra, se le prepara un banquete lleno de viandas, la absurdez del radicalismo, mientras otros padecen diariamente hambre y miseria, comportando el verdadero heroísmo cotidiano, el suicida, sin un mañana, disfruta de un banquete digno de un rey. Incongruencias. El odio y el rechazo al otro pueden más que la dignidad humana. En este sentido, el filme cuida esos pequeños detalles con frases sutilmente brillantes que denuncian con ironía y sarcasmo los prejuicios existentes entre ambas comunidades.

Pero, al final, su mensaje es claro: todos aspiran a vivir felices y en paz.

Este simbolismo viene, además, dado con la extraña complicidad que sostendrán un soldado israelí destinado en la casa de Jaafar, y la mujer de este, que acaban viendo la misma telenovela brasileña. Cuando se emite el vídeo en el que Jaafar se declara un suicida, la echan de la casa, siguiendo la política de tierra quemada, y el militar le cuenta, con un gesto de pena y comprensión, el desenlace feliz de la telenovela. Eso confía que ocurra entre ellos. Aunque Jaafar y el cerdo se internan en la colonia con los explosivos, y estos estallen, sin víctimas, ninguno de los dos muere pero se ve forzado a huir, junto a la joven judía y un niño, para salvar al cerdo. Lo dicho, es un filme entrañable, dulce e inciso, que utiliza el humor para denunciar un conflicto que solo trae consigo sufrimiento en personas que, en el fondo, podrían vivir compartiendo la misma tierra que les rodea.  

 

Los recortes educativos

15 Viernes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Bachillerato, Educación, Secundaria

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Algo no encaja. La LOMCE se ha presentado como la llave para abrir el futuro a nuestros jóvenes, pero no tenemos claro si verá algún día la luz. Muchas dudas se ciernen sobre ella, sin habernos metido de lleno en su propio contenido. La previsión de su aplicación ya no será en dos años, como se tenía previsto, sino en tres, debido a la presión de las comunidades del PP que no la ven factible, por lo que para entonces, puede que se produzca una nueva realidad gubernamental. Todo indica que el PP no repetirá su mayoría absoluta, aunque todavía es el partido con mayor índice de intención de voto, según las últimas encuestas, lo cual puede derivar en que necesita de socios de gobierno. Y, por el momento, el PP está solo. Así que se verá obligada a cambiar la ley. Amén de este retraso, están las resistencias de las comunidades que no se encuentran en manos del partido del Gobierno.

El debate sobre las necesidades de cambio en el sistema educativo no han ido por los cauces debidos, la falta de un consenso entre las fuerzas políticas es la clave para entender que esta nueva reforma se está construyendo sobre pilares endebles. Aunque tampoco existe una alternativa. Sabemos lo que va mal y lo que no queremos, pero no se han abordado perspectivas que integren las diversas sensibilidades y consideren otras medidas que permitan reforzar el valor que implica la Educación. Esta se ha convertido en un campo de batalla más político que pedagógico. Ahora bien, la cuestión es que a vueltas de ello España no se encuentra en una coyuntura favorable para despilfarrar los pocos recursos de los que dispone. Eso nos indican los recortes tan brutales que se han llevado a cabo en el Estado social. A la rectificación de la retirada de las becas Erasmus a miles de estudiantes (el Ministerio de Educación culpa al Ministerio de Hacienda de ello, aunque la decisión o la falta de previsión fue suya), a la subida de la nota de corte de aquellos alumnos que quieran optar a una beca de estudios, cuyas partidas se han visto muy reducidas, se ha ido sumando la falta de ayudas a las familias que se venían concediendo para el pago del comedor, de transporte y del material escolar para sus hijos.

Por ello, es difícil entender que se quiera construir un sistema educativo sin los alumnos más desfavorecidos… y que constituyen, en general, la mayor parte del grupo donde se concentra el mayor índice fracaso escolar. Me explico. Sin unos materiales adecuados o una buena alimentación un alumno no rinde ni se siente motivado. En suma, no se habrá hecho mucho por cambiar la discriminación social.

Los colegios concertados se convertirán, entre tanto, en un coto para familias que sí puedan encarar ciertos gastos, lo que hará que puedan competir en mejores condiciones contra los colegios públicos que, como hasta la fecha, a pesar de su brillante labor, tendrán que acoger masivamente a los grupos marginales. La brecha entre la educación pública y la concertada se hará más evidente, dando la falsa imagen de que en la pública se hacen peor las cosas. No es así, nunca ha sido así. Las familias están soportando el peso de la crisis y el Estado se ha apoyado en sus ahorros para poder llevar a cabo los brutales recortes que se han dictaminado. Pero no todas las familias pueden afrontar esta situación y sus hijos se ven abocados, en este negativo diagnóstico, a la exclusión social. Para colmo, mientras esto sucede, sí hay dinero para aquellos centros elitistas, se ha rectificado mediante una enmienda la medida dictaminada contra los colegios segregados, y estos volverán a optar a la subvenciones.

En fin, este grupo social desfavorecido, una vez acaben los estudios obligatorios, ¿cómo podrán sus padres seguir manteniéndolos, comiendo la sopa boba, para encarar los dos cursos que les quedan para conseguir el titulo de bachiller, sabiendo que no contarán con los medios para sufragarles la universidad? Si es así, ¿qué sentido tiene una reforma que pretende, precisamente, atajar el problema de los altos índices de fracaso escolar, si con su aplicación no se palia las desigualdades sociales y, por ende, las educativas? Como se puede comprobar el diagnóstico general de los problemas de la Educación en España es mucho más complejo.

El ministerio pretende recuperar las riendas del sistema pero al haberse transferido las competencias nos encontramos con modelos y políticas educativas distintas (ni mejores ni peores, solo adaptadas a su contexto), y es necesario contar con la aquiescencia, por lo menos, de estas. Los índices de fracaso escolar no son iguales en unas y en otras, como tampoco la atención a las familias con dificultades. Y si, en verdad, la sostenibilidad del sistema ha estado en serio riesgo de quiebra, entonces, no entendemos que se quiera implementar una reforma que, a todas luces, no cuenta con la financiación suficiente para desarrollarla, tal como advertía, contradictoriamente, el propio ministro Wert. Y si se disponen los fondos para ejecutarla, es difícil comprender que se esté penalizando sin las ayudas necesarias a muchas familias que se ven en la disyuntiva de tener que priorizar el plato de alubias que ponen en la mesa a la adquisición de materiales escolares para sus hijos. No es que se les quiera regatear su futuro pero lo que no harán es negarles, al menos, un presente, determinado por la falta de de becas.

Nadie duda de que hay que mejorar la calidad de la enseñanza, pero no solo se critica que la reforma tenga una clara orientación conservadora sino que no llegue a abordar el problema primordial…. una educación justa y socialmente igualitaria.

La huelga que paralizó, hace unas semanas, la enseñanza no ha servido para dar un toque de atención al Gobierno. Los populares se dedicaron a desdeñar su seguimiento, en una guerra de cifras, como si a eso se redujera la cuestión. Aún con todo, una parte importante de la comunidad afectada expresó su rechazo a la LOMCE. Por ello, sería sensato escucharla. La protesta no fue un acto baladí, estamos refiriéndonos al proyecto que va a determinar el futuro del país, para ello hay que sumar y no dividir, aprender a aprender con el fin de reforzar este pilar social. Pero, en vez de eso, el PP hace oídos sordos.

El narcisismo es un mal endémico de la derecha española.

El ultimátum químico

14 Jueves Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Derechos humanos, Historia Contemporánea, Noticias de Historia

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Siria

Tras anunciarse la destrucción por parte del Gobierno sirio de los últimos sistemas que podían producir armas químicas, cumpliendo así la exigencia impuesta para antes del 1 de noviembre, El Asad ha conseguido la prórroga que tanto necesitaba para mantener a distancia a Estados Unidos del conflicto. La guerra civil continúa, a pesar de todo. Todavía ha de desembarazarse de las miles de toneladas de distintos gases letales que almacena para el primer trimestre de 2014, según lo acordado por Rusia y Estados Unidos, pero la amenaza de intervención, que se cernía sobre el país se ha disipado. Por el momento, puede concentrarse en desarbolar la iniciativa de las fuerzas rebeldes que cada día se muestran más divididas (se contabilizan nada menos que 30 facciones), y donde la influencia del islamismo radical es cada vez más notoria. Es difícil saber bien cuál es la estrategia a largo plazo del Gobierno sirio. Su chapucero y brutal proceder, cuando se produjeron las primeras movilizaciones cívicas exigiendo la apertura del régimen, fue el origen de la guerra civil, cuya exclusiva responsabilidad recae sobre el presidente El Asad. Entonces, no había excusa para la sangrienta represión, igual que no la hay que persista la espiral de violencia. Ningún gobernante puede tratar con mano de hierro a sus conciudadanos y, luego, reprobarles que ellos han actuado mal cuando el ejercicio responsable de la fuerza corresponde a aquel.

Ahora bien, la torpeza con la que no supo conciliar a la sociedad podía haber seguido la misma deriva política que en países árabes como Túnez, Libia o Egipto, comportante su derrocamiento. No ha sido así pero las consecuencias están siendo mucho más lesivas para la sociedad siria. El régimen ha sabido soportar la presión, sin embargo, eso no ha impedido que la rebelión llegara a las puertas de Damasco y que una parte muy significativa del país haya caído en manos de la oposición, como la ciudad clave de Alepo.

Pero cuando los conflictos se agravan, la radicalización se acrecienta, a pesar del enemigo común, y aquí el yihadismo, como antes en Irak, ha encontrado un territorio abonado para propagarse. Así, mientras el apoyo de los alauís, drusos y otros grupos a su presidente es incondicional o, al menos, lo parece, en el otro lado, las brigadas de Frente de Al-Nusra, ligadas a Al-Qaida, están llevando a cabo su propia yihad y la desconfianza de Occidente en que las armas lleguen a estas facciones es, claramente, un embudo para que la rebelión pueda lograr sus objetivos (se estima en 30.000 los combatientes extranjeros en el Ejército Libre Sirio, de los 100.000 totales que lo componen). El cada vez menos improbable derrumbe del régimen se ha convertido en un cara y cruz de cada vez más impredecibles consecuencias. De ahí que la actitud de los Estados Unidos haya sido bastante más prudente que en otras ocasiones porque el escenario es sumamente complejo. Por un lado, no hay mucha información sobre el avispero de la región y, por el otro, no quiere que se vuelva a un estado de Guerra Fría con Rusia.

El acercamiento a Irán ha sido otra buena noticia, otro de los valedores del régimen sirio. Obama ha apostado por la distensión. Pero quien sufre el oprobio y el horror de esta ineptitud diplomática es el pueblo sirio, los millones de desplazados que viven en ínfimas condiciones humanitarias en los campos de refugiados por el interior del país, a merced de las milicias armadas. Cada día que pasa se agrava la situación, incluso han aparecido enfermedades extintas (la polio) provocadas por las malas condiciones higiénicas y sanitarias. El diagnóstico que se puede hacer sobre el devenir de la contienda es incierto, si bien esta repentina actitud colaboradora de El Asad le ha dado una ventaja. Ha pasado de estar contra las cuerdas a recuperar la iniciativa. La intervención, aunque fuera puntual, de Estados Unidos, a modo de castigo, contra las fuerzas del Ejército regular sirio podía haber tenido efectos letales, porque bien es conocida la capacidad destructiva que posee su fuerza aérea. Habría hecho saltar por los aires arsenales, diezmado la fuerza aérea y destruido infinidad de armamento pesado que es muy difícil de recuperar o de sustituir en estos momentos tan críticos.

La Coalición Siria habría aprovechado para pasar a la ofensiva y el pronóstico habría sido muy desfavorable para el régimen. Pero esta tregua ha sido no solo un bálsamo sino una auténtica victoria política de inesperadas consecuencias. Los 1.400 muertos provocados por las armas químicas han sido la llave para garantizar, parece ser, un escenario propicio para impedir una intervención internacional. Para El Asad, el precio ha merecido la pena, aunque no haya reconocido el uso de estas armas. Pero frente a la alta política nos encontramos con la cruda semblanza del día a día de la población. Las ONG se ven desbordadas. Las campañas para recaudar fondos y ayudas están siendo más activas que de costumbre porque el problema es muy grave. Y lo que es peor, no hay visos de que se pueda solventar a corto plazo.

Una guerra es como un líquido sumamente inflamable y volátil, que enseguida puede estallarnos en las manos cuando creíamos que lo teníamos controlado. Pero, lo que es peor, las víctimas se convierten en números que engrosan las estadísticas. Un millar más o menos ya no cambia mucho lo que es la faz inmisericorde de la conflagración. Pudiera ser que la operación de castigo de Estados Unidos no hubiese dado los resultados esperados pero lo que está claro es que la actitud de la diplomacia ha sido perversa para los sirios, que ha pasado de ver una luz al final del túnel a la más absoluta oscuridad. La exigencia de la destrucción de las armas químicas debía ser un paso sine qua non previo a un alto el fuego obligado. Esta obligación de cesar la violencia debía haber sido forzada negando todo apoyo de armas a los insurgentes y al régimen con el fin de que la continuación de la guerra fuese inviable para ambas partes. Pues un conflicto se alimenta tanto de odio o radicalismo como de armas que arrebatan vidas. Ahí es donde la comunidad internacional ha fallado de forma tan estrepitosa.

Hungria no aprende

13 Miércoles Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Derechos humanos, Historia Contemporánea, Memoria histórica, Noticias de Historia

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Tras la detención de la cúpula de Amanecer Dorado, en Grecia, por sus actos criminales, en este proceso de derechización que sufren algunos países de Europa, en Hungría se ha fundado Amanecer Húngaro (MH), aunque todavía no ha sido inscrito como partido legal, hermanándose con el primero. Sus fundadores son una escisión del también ultraderechista Hungría Mejor, de Gavor Vona, que obtuvo un nada desdeñable 17% de votos en las pasadas elecciones nacionales. Pero esta nueva formación es más peligrosa, ya que brota con unas intenciones más claras y rotundas; expresa su frontal rechazo a los inmigrantes, a los judíos y a la Unión Europea. Su ideario se sustenta en tres pilares: una Europa para los europeos (aunque insolidaria e individualista), una Hungría para los húngaros y una alianza cristiana (aunque desde un cristianismo mal entendido, más de carácter político-cultural que religioso). Otro de sus objetivos es reorganizar la Guardia Húngara, grupo paramilitar que entre los años 2007-2009 atacó de forma virulenta a campamentos gitanos y que fue ilegalizado por sus múltiples crímenes. Por ultimo, entre sus anacronismos MH exige la derogación del Tratado de Trianon (1920), con el fin de recuperar los territorios que, supuestamente, pertenecen a Hungría y les fueron arrebatados de forma injusta como consecuencia de la Gran Guerra.

Aunque Hungría ha vivido una historia convulsa, autoritarismo, fascismo y comunismo, eso no es excusa para que se puedan permitir formaciones de este calibre en los que se ponga en duda el valor de las personas por su raza, religión o condición, volviendo a las andadas de un fascismo que parecía haberse extirpado de la sociedad tras los espantosos hechos que la sacudieron durante la Segunda Guerra Mundial. No debemos ser tan ingenuos para creer que estos males endémicos vayan a desaparecer pero tampoco se puede tolerar libremente su perversa demagogia. Hay quien ignora el gravamen del fascismo, quien, en su obsesión contra los extranjeros o los miedos ante el mundo actual, justifica actitudes brutales e inhumanas.

Hay quien se refugia en la fe en una nación sempiterna y en unos territorios ligados a las esencias patrias que se heredan de padres a hijos sin remisión, gestadas en leyes no escritas, para redefinir las fronteras de un país, sin importarle que esto pueda traer aparejado, de un modo hipotético, si se produjera, el sufrimiento de otras personas. Curiosamente, ha sido este mismo nacionalismo y su extremismo los responsables directos de haber generado tales situaciones de horror e injusticia. La tierra no es de nadie sino que está sujeta al vaivén de la Historia.

Pero esta Historia no es casual sino que está gestada por las decisiones y actos humanos, y trae consigo responsabilidad. Sin embargo, ciertas ideologías, en vez de preocuparse por la defensa de la justicia, la libertad, el respeto o la convivencia, grandes conceptos despreciados por el totalitarismo, han querido escribir nuestro devenir desde la ambición y el egoísmo. Por ello, han sido la guerra y sus consecuencias, la injusticia y la arbitrariedad, el chovinismo y la xenofobia, los elementos activos que han alterado, para mal, la realidad de forma cruel y despiadada, no los extranjeros, ni los gitanos ni los judíos. Y tan malo como esto es negar el pasado, querer recuperar unos rancios valores que aún seducen a miles de ciudadanos ignorantes de las claves de la tragedia que sacudió al país en los años 40.

Hungría debería, como ha hecho Alemania, interiorizar plenamente esa memoria del horror. Porque hay episodios cuyas causas son responsabilidad nuestra… como sucediera en 1944 con las tristemente famosas cruces flechadas y el exterminio de miles de judíos y gitanos húngaros, en Auschwitz por los nazis y otros miles por sus compatriotas. El hecho de que puedan volver a regresar formaciones de este carácter intransigente y radical con cierto predicamento social, aunque no sean mayoritarias, debería ponernos en guardia a la hora de evaluar la educación que hemos recibido. Los prejuicios parten de una incultura social.

El deleitarnos con la música de grandes compositores, ostentar títulos universitarios de contrastado prestigio o ser capaces de citar a renombrados artistas y escritores, no implica que no sean analfabetos emocionales…. y ello es parte fundamental de nuestra cultural humana. Europa ha sido la cuna de ricos principios universales que han aportado mucho a la Humanidad. Pero adheridos a ellos de forma solapada  han germinado los prejuicios y un sentimiento de animadversión hacia determinados grupos sociales sin razón, solo por el mero hecho de buscar a un culpable de ciertos males. Por eso, hemos de tener cuidado. Porque el totalitarismo (del signo que sea) no trae consigo el pleno bienestar sino que solo incuba el odio y el amargor; nos induce a creer falsamente que hay personas que representan una amenaza colectiva solo por pertenecer a una categoría social. Recordemos que, a finales de 1944 e inicios de 1945, la población judía y gitana mermó en un 80% gracias a la activa colaboración de las autoridades húngaras con el nazismo, destruyendo una parte significativa de su tejido vital.

Nada puede justificar un acto semejante. En la actualidad, es muy difícil que pueda repetirse la magnitud de esta tragedia pero eso no implica que los húngaros no deban ocupar la calle y rechazar abiertamente a quienes creen que para constituir los pilares de un país han de servirse del odio al otro. Sería terrible que volvieran los progroms a Europa, que la crisis económica espolease, una vez más, una cultura racista, invalidando así las enseñanzas de los años 40, en vez de destinar nuestras energías en positivo, integrando a las comunidades extranjeras y valorando sus aportaciones, enriqueciéndonos como ciudadanos de una nueva Europa en permanente evolución. Hungría tiene una deuda consigo misma, no puede ignorarlo, pues la intolerancia y el nacionalismo exacerbado incuban el huevo de la serpiente.

Publicado en La Opinión de Zamora

Exhumar a Franco

09 Sábado Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Cultura y sociedad, Derechos humanos, Historia Contemporánea, Memoria histórica, Noticias de Historia

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La petición del Grupo Socialista en el Congreso de exhumar a Franco del Valle de los Caídos, para que deje de ser un espacio exclusivo de los vencedores de la Guerra Civil, vuelve a colocar el punto candente de la memoria histórica al orden del día. Han corrido ríos de tinta y opiniones encontradas en este sentido y, por el momento, nada ha cambiado. La Ley de Memoria Histórica encomendó a la Fundación Gestora de la basílica trabajar para “honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas” a consecuencia de la contienda y establecía que no se podían llevar a cabo en el lugar “actos de naturaleza política”. A continuación, el Gobierno de Zapatero encomendó a una comisión de expertos un informe que valorara el mejor modo de convertir el Valle de los Caídos en un lugar de memoria y reconciliación. Sin embargo, nada se ha hecho todavía, a pesar de que se consideraba que debía convertirse en un centro de investigación e interpretación histórica.

El cambio de gobierno derivó en que el PP paralizara, y haya dejado sin fondos, todos los instrumentos que permitían o posibilitaban el desarrollo de la mencionada Ley, lo cual es igual que echar tierra sobre el asunto. Una vez más, el problema en España radica en que se hace política de la Historia y se cree que esto es una manera de impulsar la memoria… y eso que la historiografía sobre la Guerra Civil, aunque inacabada todavía, ha dado pasos de gigante a la hora de interpretar e iluminar este convulso pasado. No hubo buenos ni malos, solo personas que se enfrentaron de forma brutal creyendo que defendían España.

A día de hoy, hemos de considerar que ninguna conflagración está justificada, nadie actuó bien y, a partir de ahí, ha de entrar la Historia para clarificar el porqué y situar cada clave en su sitio. Pues la memoria tiende a simplificar el pasado porque no es historia, y aunque hemos de asumir la responsabilidad que tuvimos, no olvidar, dentro del marco de este no olvido, debemos reconocernos en las víctimas. Pero al reconocer las víctimas tenemos una situación paradójica, hubo víctimas en ambos bandos. Calcular quién cometió horrores más cruentos no tiene mayor sentido. Los estudios sobre la represión han dado lugar a cubrir esas lagunas que el franquismo se negó a admitir, por lo que hemos completado, en mayor medida, un cuadro bastante exacto de la barbarie desatada durante el conflicto y los años posteriores, en esa política de la venganza. Sin embargo, esos avances que los historiadores han ofrecido no han venido en la misma dirección desde las instituciones.

La visión dualista, que viene dada en esta confrontación por la memoria entre derecha e izquierda, nos advierte de que las conclusiones oportunas sobre los efectos de la contienda no se han materializado. Y, por lo tanto, las políticas de la memoria que debían partir de los gobiernos han sido no tanto estériles, que también, como insuficientes o poco claras. España ha tardado demasiado en desmontar los símbolos de la dictadura franquista porque este periodo no ha sido, para la mayoría de los españoles, el único marco histórico que conocieron. La generación de la contienda, de los que sufrieron sus horrores, se ha ido perdiendo y los simbólicos gestos en su honor solo comprendían a una escasa parte de la sociedad. En cambio, la represión policial y la coerción gubernamental, que negaba el pluralismo político y la crítica a las autoridades, ha cobrado un efecto mayor entre los nacionalistas y la oposición clandestina.

En el PP, como derecha tradicional, confluyen todavía diversas sensibilidades que, en buena medida, observan con paternalismo el periodo del franquismo y con resquemor a la República, causante del caos y del desorden prebélico, lo cual se traduce en la pobre educación histórico-emocional que vive este país. Aunque la izquierda, cierto es, fuera la que más sufriera, no estaría de más que hiciera su autorreflexión, ya que en su idealización del periodo republicano se arroga un simbolismo democrático que, en ese contexto de la Guerra Civil, estuvo lejos de darse. En los años 30, el fascismo se contraponía al comunismo en esta vieja Europa, debilitando la democracia, pero los dos encarnaban un mismo totalitarismo, que causaron innumerables víctimas. En España, por fortuna, ninguna de ambas ideologías contaba con suficientes activos para imponerse salvo si se procedía, como ocurrió, a la ruptura de la convivencia. Y eso fue lo que pasó, los extremismos fueron los que ganaron la partida, llevando a que el Ejército fuera el desencadenante de una guerra despiadada.

Aunque, a la postre, paradójicamente, ambas ideologías perdieran la guerra.

Luego, España acabó convirtiéndose, fundamentalmente, en una dictadura militar. Ahora bien, tras haberse puesto fin a este periodo, no podemos permitir que un intento de calificar o juzgar esta historia negra española invalide la reflexión crítica. La Historia se utiliza como arma arrojadiza, no como una fuente de aprendizaje social, y tras lo cual vemos que solo existe un intento de implementar una memoria manida o funesta que parece que no ha podido pagar nunca su deuda con este pasado. El fracaso de España como nación se clarifica bien con este capítulo de violencia inusitada. Pero aunque la derecha se empeñe en negarlo, está ahí, aunque debemos pensar que es un buen punto de partida para encontrarnos como país.

La izquierda, también, debe dejar de cargar las tintas. Por eso, el que el Valle de los Caídos se reconvierta, no en el santuario que es, sino en un centro de memoria es una opción muy importante, pero no la más señalada, ya que la constitución de una memoria integradora o no sectaria constituye el pilar de una buena educación. A mi modo de ver, el lugar donde repose Franco es lo de menos, porque lo que importa es el simbolismo que las víctimas han de encarnar para la sociedad futura, frente a aquella España consumida por el fanatismo y la amargura el totalitarismo ha muerto: ¡viva la democracia!

Auschwitz a subasta

08 Viernes Nov 2013

Posted by igorbarrenetxea in Cultura y sociedad, Derechos humanos, Memoria histórica, Noticias de Historia

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Hace unos días la subasta en la plataforma digital de Ebay de una treintena de objetos del Holocausto trajo consigo un eco repentino de consternación e indignación, a partes iguales. Esta denuncia derivó en su rápida retirada. Entre estos artículos había un cepillo de dientes, por 1.109 euros, supuestamente usado por algún presidiario; una maleta, por 580 euros; un uniforme a rayas de Auschwitz, por valor inicial de de 13.345 euros, todo ello, ofertado como presunto material original. Además, de otros como zapatos de madera o estrellas de David. El rotativo británico Mail on Sunday hizo saltar la liebre, lo que llevó a Ebay a actuar. Aunque no se trata de sacralizar aquí el Holocausto, lo cierto es que este fetichismo resulta malsano porque frivoliza este terrible pasado. No sabemos hasta qué punto hubiera tenido éxito. Pero la idea de vender objetos que han pertenecido a aquellos que sufrieron tal horror resulta, cuanto menos, si son auténticos, estrambótica y morbosa. Son piezas, en todo caso, de museo pero no portan ningún valor monetario sino simbólico, pues ayudan a comprender bien lo que entrañó para la dignidad tales monstruosas instalaciones de sufrimiento y muerte y su vida en ellas.

No cabe la menor duda de que esta idea es consustancial a la cultura cristiana, como el intenso tráfico de reliquias durante la Edad Media; había partes del mismo cuerpo de San Pedro u otros santos distribuidas por las diferentes iglesias o catedrales de media Europa, varios griales y trozos de la Vera Cruz donde fue crucificado Jesucristo, en una cantidad tal que pareció que hubiese sido crucificado varias veces. Muchas se conservan todavía como iconos. No son verdaderas pero sirven para sostener el fervor religioso. Sin embargo, todo negocio ha de tener un límite ético, el exterminio fue posible con la ayuda cómplice de empresas germanas y europeas, que se lucraron con los pedidos de la industria bélica y en la que utilizaron mano de obra esclava que el nazismo les procuró sin preocuparse por su aciaga suerte. No todo ha de tener un precio y Ebay debería haber dispuesto de unos filtros para que esto no sucediese a plena luz pública, como si fuese la cosa más natural del mundo.

Cierto es que en este planeta en el que vivimos no hay ninguna clase de moralidad con tal de ganar dinero rápido y fácil, aunque sea a costa de la vida o el sufrimiento de otras personas (como el tráfico de órganos humanos o la explotación infantil, de las mujeres, las nuevas formas de esclavitud, etc.). Somos capaces de cometer e, incluso, algunos justifican las más aberrantes conductas porque se tiene el poder de la coerción y el consentimiento de quien adquiere el producto, pues no piensa sobre su procedencia. Sin embargo, este caso, como los anteriores mencionados y otros muchos ejemplos, debería impulsar un inequívoco sentimiento de rechazo. Es como si el campo de exterminio de Auschwitz se pusiera a subasta, como si se hubiera decidido trocearlo y convertir sus instalaciones en partes de un caprichoso souvenir de la memoria de Europa. Sería espantoso no solo por el hecho en sí, sino porque permitiría que su memoria se disolviera, finalmente, porque para una o dos generaciones más tarde esos trozos habrían perdido su significado completo, al ser fragmentos remotos de una historia lejana y haber sido descontextualizados. Cuando visitamos un museo o una exposición del Genocidio lo que, muchas veces, nos encontramos son objetos corrientes, montañas de zapatos o prendas de vestir, rudimentos de la vida cotidiana, que solían ser unas tazas de metal y escudillas para las paupérrimas comidas que se daban a los prisioneros; también, los inconfundibles y raídos uniformes de rayas y muchas otras cosas propias de este proceso de humillación, brutalidad y sometimiento que se practicaba hasta acabar con la voluntad humana.

Ahí tales objetos ordinarios cobran todo su sentido, lejos del marco histórico correspondiente, son solo zapatos, restos de un atropello singular que se desliza por la vertiente de la negación y el olvido. No hay tiendas de regalos en los campos de la muerte donde uno pueda adquirir la réplica de tales pijamas para que regalemos a un amigo y, así, pueda acostarse sintiéndose un prisionero, o ya un póster de Himmler y Eichmann para colocar en la pared como si fueron únicamente iconos roqueros y no los innegables, junto a otros muchos, protagonistas de aquella locura. El morbo que muchas veces producen los restos de una tragedia, de un accidente y demás, desborda la sensibilización con las víctimas o con la misma conciencia que debemos disponer frente al dolor ajeno. Es lo mismo que adquirir el cráneo de un asesinado en el genocidio de Rwanda para tenerlo en la mesa del despacho como elemento decorativo. Es algo macabro

Somos capaces de sensibilizarnos con lo cercano, con aquello que hemos vivido, porque lo podemos comprender. Pero no podemos limitarnos en exclusiva a las experiencias personales sino también a aquellas que nos ayuden a darnos cuenta de que vivimos en un mundo complejo y que nuestros actos, asimismo influyen en él. Aquellos que propugnaron el horror sin paliativos conocían el arte de pervertir la memoria… y, aunque hay que reconocer que tampoco podemos llevarnos con nosotros todos los actos innobles o las masacres que contiene la Historia humana, eso no es óbice para que seamos conscientes de que está ahí y de que repetir ciertas actitudes perversas es muy sencillo, solo tenemos que dejarnos llevar o arrastrar por actitudes frustradas o virulentas, por una demagogia barata y fácil que entraña el odio como única respuesta ante la agonía del planeta, o ya cerrar los ojos, ignorando las crueldades. Ante el hecho de que la ultraderecha tiene tanto predicamento en algunos países europeos, no podemos poner a subasta la memoria de Auschwitz ni ninguna otra, por eso es tan importante que nos cuidemos de que el pasado no se desvalorice moralmente poniéndole un precio.

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